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Desacuerdos

El Secreto No Está en Evitarlos, Sino en Cómo Resolverlos

Es común pensar que una pareja feliz es aquella que apenas discute, donde la paz y la armonía parecen reinar constantemente. Sin embargo, esto es un mito. La realidad es que todas las parejas tienen diferencias y desacuerdos. Lo que verdaderamente distingue a una relación satisfactoria de una conflictiva no es la cantidad de discusiones, sino la manera en que ambos miembros manejan sus diferencias.

Los desacuerdos son normales porque cada persona llega a la relación con experiencias, valores y opiniones únicas. Tener diferencias no significa que una relación esté en crisis o destinada al fracaso. De hecho, cuando las parejas abordan sus desacuerdos con respeto y empatía, pueden fortalecer su vínculo. Estos momentos de tensión, si se gestionan bien, ofrecen una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, ya que permiten conocer más profundamente las necesidades y perspectivas de cada uno.

Respeto y empatía

Las parejas felices no evitan los conflictos; en cambio, desarrollan habilidades para abordarlos de manera respetuosa y constructiva. Cuando surge una diferencia, en lugar de reaccionar con críticas o desprecio, las parejas saludables escuchan activamente, expresan sus emociones sin ataques, y buscan comprenderse. Practican la empatía, lo que significa que intentan ver la situación desde el punto de vista de su pareja y reconocer cómo se siente.

Una buena resolución de conflictos fortalece la relación, ya que genera una base de confianza y seguridad. Cuando ambos saben que sus preocupaciones serán escuchadas y respetadas, sienten que pueden ser vulnerables sin miedo a ser juzgados o rechazados. A largo plazo, esta seguridad se traduce en una relación más sólida y satisfactoria.

Para lograr esto, es importante recordar algunas prácticas fundamentales:

Escuchar sin interrumpir

Permitir que el otro exprese sus emociones y pensamientos sin ser interrumpido es una muestra de respeto que contribuye a desactivar tensiones.

Hablar desde el "yo"

En lugar de decir “tú siempre…” o “tú nunca…”, es preferible utilizar expresiones como “yo siento…” o “me gustaría…”. Esto ayuda a evitar la culpa y a mantener una conversación respetuosa.

Tomarse una pausa cuando sea necesario

Si la discusión comienza a elevarse en intensidad, hacer una pausa puede ser una forma saludable de calmarse antes de continuar.

Buscar soluciones juntos

Después de escuchar y comprender las posturas de ambos, es útil encontrar acuerdos o compromisos en los que ambos se sientan valorados.

Recordar el cariño que los une

Al final de cualquier discusión, recordar el amor y el compromiso mutuo puede ayudar a cerrar la conversación de manera positiva, reforzando el vínculo.

En conclusión, las diferencias y los conflictos en una pareja no son el problema, sino una oportunidad. La clave está en manejarlos de manera respetuosa y constructiva. Las parejas felices han aprendido que la verdadera armonía no consiste en evitar los desacuerdos, sino en enfrentarlos con comprensión y respeto, nutriendo así una relación más sana y profunda. Como dijo una vez el psicólogo John Gottman, “la estabilidad de una relación no depende de evitar el conflicto, sino de cómo se repara y se fortalece después de cada desacuerdo”.

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